La refabricación consiste en cambiar la condición de un producto en mal estado o que ha llegado al fin de su vida útil para que vuelva a funcionar “como nuevo”, y aprovechar para implementarle mejoras. Conoce cómo funciona esta práctica de la economía circular.
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Derrick Gaddis sabía que su equipo se acercaba al final de su vida útil. Dos de sus tractores madereros —las máquinas pesadas que transportan madera cortada— necesitaban ser reemplazados. Pero la mayoría de los fabricantes en ese momento habían hecho la transición a modelos más grandes y pesados, afirmó, y ya no hacían el tamaño de los tractores requeridos para lo que se conoce como cosecha selectiva, el tipo de tala que hace su compañía.
Gaddis y los copropietarios de Henderson Timber Inc., en Sigel, Illinois, idearon una solución: ¿qué tal si John Deere, el fabricante original, pudiera refabricar el tractor para repararlo, mejorarlo y hacerlo compatible con tecnología actual? Deere, el cual ya había refabricado algunos de sus productos, fue receptivo. Una prueba beta en el bosque estaba en marcha.
“Cuando se desmonta un rompecabezas con tantas piezas, uno cree que algo va a salir mal. Pero ese no fue el caso”, afirmó Gaddis, cuya compañía está cerca de la mitad del estado, entre San Luis e Indianápolis. Posteriormente, Gaddis logró “revivir” un segundo tractor.
Bienvenido al sector en expansión de la refabricación. La práctica, en esencia, implica llevar productos o componentes, ya sea en mal estado o al final de sus vidas útiles, a una condición “como nuevo”. Logrado a través de una variedad de procesos y promovidos por novedosas tecnologías como la impresión 3D, productos tan pequeños como una cafetera y tan grandes como una máquina de imagen médica ahora pueden ser actualizados. En vez de reciclar o simplemente restaurar la pieza a su estado original, el proceso también mejora el producto para hacerlo compatible con la tecnología más reciente.
Si bien a primera vista podría verse similar a la restauración, los resultados son diferentes. Un motor restaurado, por ejemplo, podría ser equivalente a uno que está en excelentes condiciones pero que ya ha estado funcionando por 48.000 kilómetros, mientras que un motor refabricado debería ser equivalente a uno que no ha sido usado, por lo tanto sería como uno nuevo, afirmó Nabil Nasr, director del Instituto Golisano para la Sostenibilidad en el Instituto de Tecnología de Rochester.
Si bien aún es un subconjunto relativamente pequeño de la fabricación, es probable que su uso aumente como resultado de algunos avances técnicos recientes, como la fabricación aditiva, la analítica de datos y el “internet de las cosas”. Además, es una parte integral de la economía circular, que se esmera por mantener materiales dentro de la economía y fuera de los basureros.
“La refabricación es una forma inteligente de continuar avanzando sin crear muchos desperdicios. El desarrollo de nuevas tecnologías está permitiendo que la refabricación tenga un crecimiento fuerte”, afirmó Nasr.
“La mayoría de las emisiones y los desechos de la fabricación viene de la extracción de materiales y el procesamiento”.
Desde un punto de vista ambiental, el proceso es superior al reciclaje, el cual recopila materiales, pero pierde el trabajo usado en la fabricación inicial y utiliza importantes cantidades de energía, afirmó Nasr.
Si bien la refabricación no tiene una connotación glamorosa, las compañías involucradas están a la vanguardia tanto de la fabricación como de la privacidad de datos.
Por ejemplo, CoreCentric Solutions procesa cerca de dos millones de piezas de componentes cada año para su uso en productos industriales y para el consumidor, afirmó Tom Healy, presidente y director ejecutivo de la compañía.
El proceso de refabricación de CoreCentric identifica las partes que ya están dañadas, y a través de una compleja base de datos propia, puede predecir cuales partes “son altamente propensas a dañarse”. La compañía, ubicada en Carol Stream, Illinois, identifica y reemplaza las piezas rotas, y reemplaza los componentes que tienen una alta probabilidad de fallar.
Sin embargo, la tecnología también crea nuevos problemas. Ese refrigerador con pantalla táctil que te permite mandar notas, así como pedir comida puede almacenar datos personales. Esa máquina inteligente para cocina al vacío que te regalaron puede acceder a tus dispositivos para obtener recetas. Y esa aspiradora robot que te alivia la espalda no solo recuerda la posición de tus muebles, sino que carga un mapa de tu hogar a la nube.
Cuando esos productos se dañan, la refabricación requiere de un nivel extra, debido a los riesgos de privacidad implícitos. Como resultado, CoreCentric necesita no solo garantizar que los aparatos más pequeños sean físicamente limpiados, “sino que estos dispositivos necesitan ser despejados y sus datos eliminados de la nube antes de que puedan ser refabricados y revendidos”, afirmó Healy.
Una tendencia creciente en las compañías es planificar la refabricación desde el diseño inicial de un producto.
“La economía circular comienza en la fase de diseño. No puedes refabricar un producto si no está diseñado para ser reciclado”, afirmó Zoe Bezpalko, gerente de estrategia sostenible en Autodesk, que crea diseños industriales y software para el consumidor y está ubicada en San Rafael, California. “Por ejemplo, el pegamento puede evitar el reciclaje. Incluso el plástico negro puede interferir, porque no es reconocido por las máquinas de las instalaciones de gestión de residuos”.
Si bien Gaddis de Henderson Timber le sugirió la refabricación a John Deere para su máquina, la compañía ya había empezado a refabricar en 1996, afirmó Jena Holtberg-Benge, quien supervisa la refabricación global de la compañía. “Rápidamente nos dimos cuenta de que era una maravillosa oportunidad para los distribuidores porque las piezas refabricadas mejoran sus capacidades”.
“En Deere, ellos traen la pieza dañada, la desarman, limpian y califican las subpartes, recuperan algunas y las dejan como nuevas. Luego las procesamos, las reensamblamos y las mandamos de vuelta a los distribuidores para su instalación”.
La tecnología aditiva —como la impresión 3D— está siendo cada vez más usada para fabricar partes que una compañía podría no almacenar, afirmó Holtberg-Benge, que vive en Springfield, Misuri. “Crear una pieza usando el proceso original con poco volumen de producción puede ser costoso, por lo que estamos utilizando cada vez más piezas impresas en 3D”.
A medida que la tecnología ha mejorado, su uso se ha vuelto más sofisticado. “Hay piezas que no podríamos fabricar y solo podríamos crear con una impresora 3D”, afirmó Peter Anderson, vicepresidente de la cadena de suministro global de Cummins Inc., ubicada en Columbus, Indiana. “Eso les permitió a nuestros diseñadores crear sin restricciones”.
Existe la preocupación de que vender productos refabricados pueda afectar las ventas de los nuevos inventarios de las compañías, ya que pueden costar de un 20 a un 50 por ciento menos que un producto nuevo. “Pero realmente es una gran oportunidad”, afirmó Joe Iles, líder del programa de diseño circular de la Fundación Ellen MacArthur, una organización británica que promueve la economía circular. “Ya existen ventas de segunda mano de muchos productos, y la persona que compra un producto refabricado podría no pagar el monto extra para adquirir uno nuevo”.
Foto: Un empleado trabaja en una placa de circuitos en CoreCentric Solutions en Carol Stream, Illinois, el 26 de febrero de 2019. (Whitten Sabbatini/The New York Times)
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